Contrario a lo que se piensa, las cumbres diplomáticas (reuniones entre jefes de Estado y jefes de Gobierno) son un fenómeno relativamente reciente. Por lo general, controversiales y no siempre reciben buena prensa. Sin lugar a dudas, la próxima Cumbre de las Américas, programada entre el 6 y 10 de junio, en la ciudad de Los Ángeles (California), cumple -a días de su realización- con todas las características anteriores.
Y aún cuando las expectativas puestas sobre la Administración Biden eran muy altas, a juicio del ex Embajador y académico de la Escuela Pardee de Estudios Globales de la Universidad de Boston, Jorge Heine, las señales hasta ahora dadas por Washington no han hecho más que alejar a Estados Unidos de la mayoría de los países de la región, pues en una actitud sin precedentes en casi tres décadas, el Presidente norteamericano decidió excluir de la cumbre a Cuba, Nicaragua y Venezuela, encendiendo así los ánimos de otros mandatarios, quienes han manifestado que de no corregirse esta situación, se abstendrán de asistir.
Para analizar precisamente los grandes desafíos y oportunidades que tiene esta versión de la Cumbre, y el convulsionado contexto en que se realizará, el Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile organizó un webinar que contó con la participación de Cynthia Arnson, Distinguished Fellow (The Wilson Center); Juan Gabriel Tokatlian, Vicerrector de la Universidad Torcuato Di Tella (Buenos Aires), y el profesor Jorge Heine.
En la oportunidad, Arnson explicó que -lejos de lo que se ha especulado- la decisión no obedece a un interés de Estados Unidos por fomentar una “nueva Guerra Fría en la región”, sino que constituye una reafirmación de los valores democráticos.
“Coincido en que hay una política inconsistente de aplicar estos valores y principios en favor de la democracia y los derechos humanos. También concuerdo con quienes se preguntan por qué Estados Unidos se atribuye el derecho de consignar qué país es democrático y cuál no lo es, en momentos en que su propia democracia está siendo fuertemente cuestionada. Dicho lo anterior, confieso sentirme incómoda con la idea de que los países debiesen ser considerados sin tomar en cuenta su comportamiento interno”, aseveró Arnson.
Asimismo, la analista internacional señaló sentirse identificada con quienes critican la política exterior de Washington hacia la región, donde el conflicto China-EE.UU. es un eje central.
Por su parte, Juan Gabriel Tokatlian cree que el vínculo entre Estados Unidos y América Latina pasa por su peor momento en décadas. “Si en algún momento existió la expectativa de que con la llegada de Biden a la Casa Blanca, el casi desprecio de Trump por la región quedaría en el pasado, lo cierto es que aún cuando hubo cambios, estos han sido de escaso impacto”, afirmó.
A juicio del Vicerrector de la Universidad Torcuato Di Tella, con Estados Unidos hoy nos une una serie de problemas comunes y compartidos, como el estado de la democracia, el deterioro de los derechos humanos, el cambio climático, la diversificación productiva, los autoritarismos que surgen derivados de múltiples actores, migración, narcotráfico, etc. “En este contexto y las expectativas creadas, mi sensación es que esta Cumbre ya defraudó a América Latina y ello porque dejó en evidencia dos aspectos o características de la Administración Biden: desorientación frente a la región y una excesiva supremacía de la política interna por sobre la internacional”, concluyó.