África y América Latina: Una Apuesta por la Cooperación Sur-Sur

África y América Latina: Una Apuesta por la Cooperación Sur-Sur

Eduardo Carreño Lara. Instituto de Estudios Internacionales - Universidad de Chile. ecarreno@uchile.cl

Durante la Guerra Fría, la cooperación internacional fue un instrumento utilizado por los grandes poderes globales en África a fin de asegurar lealtades políticas, el cual se tradujo en apoyos a la balanza de pagos, la financiación de grandes infraestructuras, cooperación técnica especializada, formación de cuerpos administrativos, ayuda alimentaria, entre otras materializaciones. Posteriormente, tras la segunda liberación del continente africano, las políticas de cooperación al desarrollo sufrirían también profundas transformaciones, caracterizándose éstas a partir de entonces por los escasos resultados de los planes de ajuste estructural, la crisis de la deuda, la fatiga de los donantes, el aumento de la pobreza y una cuestionable condicionalidad política.

En este contexto, en donde las estrategias de inserción internacional seguidas por los países africanos arrojan resultados poco alentadores, se estima necesario dar un nuevo trato a los problemas del desarrollo. En efecto, la cooperación Sur-Sur entre África y América Latina asoma como una alternativa viable y beneficiosa que ayuda a fomentar el flujo de capitales, el acceso a tecnologías a menor costo y el fortalecimiento de espacios de concertación diplomática ante temas de interés común. Se estima que es el único medio valedero para constituir un nuevo y equitativo orden económico internacional, en donde el propósito de la cooperación entre ambas regiones no es la creación de una nueva categoría de donantes y receptores, sino asegurar que los países que son sujetos de esa cooperación tengan algo que dar y algo que recibir.

Buscando fortalecer esta alianza birregional, y según sus propias definiciones de cooperación, Brasil ha liderado el acercamiento al continente africano, un escenario natural de su política exterior en donde el gigante sudamericano tiene lazos lingüísticos con Angola, Cabo Verde, Mozambique, Guinea-Bissau y Santo Tomé y Príncipe. Posee vínculos raciales, ya que cuenta con la población afrodescendiente más grande fuera del continente, y motivaciones económicas, destacando -por ejemplo- las inversiones de compañías brasileñas en África en importantes sectores como minería, energía y construcción.

Además, la presidencia de Luiz Inácio da Silva estableció como objetivos estratégicos en el continente africano -por una parte- fomentar complementariedades, a fin de alcanzar el desarrollo y una cierta presencia en el sistema internacional; y por otra, implementar una política de conquista de nuevos mercados y cooperación con los demás países emergentes, liderando así las coaliciones del Sur (p.ej.: el G-20) y las negociaciones con las potencias industrializadas en diferentes ámbitos (p.ej.: agricultura).

Venezuela, por su parte, es otro importante actor en el fomento de las relaciones entre América Latina y África. En la actualidad, es el único país del mundo que mantiene relaciones diplomáticas con todos los países africanos, facilitándose con ello -por una parte- la negociación de convenios de cooperación en un sinfín de ámbitos; y por otro, la diplomacia de los pueblos, instancia promovida por el recién fallecido presidente Hugo Chávez y cuyo propósito es promover el encuentro entre la comunidad venezolana, la diáspora africana en América Latina y los africanos a fin de discutir e intercambiar ideas sobre distintas temáticas que van desde lo artístico a lo político (p.ej.: Festival Cultural con los Pueblos de África, Cátedras Libres de África, programa "Apadrina una Escuela en África")

Por otra parte, en el caso de Argentina, los países africanos no han sido una prioridad en la política exterior del Palacio San Martín. No se observa ni densidad de relación ni una continuidad en los vínculos entre los diferentes gobiernos, como lo ha mostrado Brasil. Sin embargo, la historia diplomática argentina de los últimos cincuenta años devela gestos que explicitan acercamientos a África en contextos específicos y por breves espacios de tiempo. Ellos han respondido a una "política por impulsos", es decir, a una necesidad u oportunidad contingente [1].

En la actualidad, Argentina ha buscado a nivel global nuevas formas para promover el desarrollo y la autonomía, lo cual en el caso de las relaciones con África ha significado -primero- un fortalecimiento de los lazos diplomáticos y comerciales con países de crecimiento económico sostenido (p.ej.: Angola y Mozambique); y segundo, un ejercicio reactivo en el continente africano, buscando así el país trasandino transformarse en un cooperante global y referente de otras naciones del Sur en el marco de organizaciones y foros internacionales (p.ej.: Grupo de los 77) [2]

En el ámbito multilateral, las cumbres América del Sur - África (ASA) han dinamizado los esfuerzos de cooperación y concertación política entre estas dos regiones. En efecto, esta instancia impulsada el año 2006 tiene como objetivo crear un mecanismo de entendimiento e iniciativas concretas en áreas estratégicas de interés común: paz y seguridad; democracia, gobernabilidad, derechos humanos y otros temas políticos; energía y minerales sólidos; tecnología y telecomunicaciones; medio ambiente; cooperación social y cultural; y recursos hídricos.

Como puede apreciarse, las perspectivas de una mayor vinculación entre América Latina y África transcienden el ámbito económico, impulsando principalmente Brasil y Venezuela una asociación estratégica con los países africanos tendiente a fortalecer un proyecto alternativo a la globalización neoliberal. Sin embargo, el entusiasmo mostrado en este desafío no debe nublar el análisis ni llevar a conclusiones apresuradas sobre el alcance de esta iniciativa de cooperación de Sur-Sur, debiendo reconocerse la existencia de una serie de limitantes a ésta. Primero, un desconocimiento cultural, siendo África un lugar hostil y lejano en el imaginario de gran parte de la población latinoamericana; segundo, no existe un consenso en América Latina en torno a las oportunidades que ofrece la cooperación Sur-Sur (p.ej.: Chile no ha desplegado una política de influencia y de relaciones globales); tercero, la percepción de que existen altos niveles de corrupción en los actores intervinientes en esta relación, a ambos lados del Atlántico, lo cual hace más probable que los recursos caigan en manos de inescrupulosos; y cuarto, la superación del ejercicio retórico de la cooperación Sur-Sur y la implementación eficiente de los compromisos [3].

Del mismo modo, en materia de intercambio comercial, éste aun no alcanza altos niveles por cuanto existen dos importantes condicionantes: primero, se trata de países en desarrollo que tienen límites presupuestarios y agendas internas prioritarias; y segundo, la infraestructura de transporte entre ambas regiones es deficiente. Por ejemplo, no existen una variedad de líneas aéreas directas entre América Latina y África, o mejores rutas marítimas [4].

En suma, una apuesta por la cooperación Sur-Sur contribuiría a un impulsar el desarrollo en América Latina y África. Sin embargo, en estas instancias los países no deben olvidar su propia identidad y objetivos en la escena internacional, por cuanto replicar esquemas asimétricos de asociación sólo ahondaría la desdicha de poblaciones que se encuentran en niveles de desarrollo diferente y carecen de los instrumentos y oportunidades específicas para mejorar su calidad de vida, en el corto plazo.


[1] Véase: LECHINI, Gladys (2006) Argentina y África en el espejo de Brasil: ¿política por impulsos o construcción de una política exterior? Buenos Aires: CLACSO.
[2] VALENTE, Marcela en línea (2012) "Argentina, al descubrimiento de África. Un nuevo modelo de cooperación". EuroXpress. Consultado noviembre 13, 2012 (http://www.euroxpress.es)
[3] Véase: DELGADO, Jerónimo y BARRERA, Alejandro (2010) "Subiendo al Sur: África y América Latina en las nuevas dinámicas de la cooperación Sur-Sur". Humania del Sur 5 (8): 89-106.
[4] Véase: BRUN, Elodie (2008) Las relaciones entre América Latina y África. Santiago de Chile: CEPAL.

 

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