Directora del IEI escribe columna para Diario La Razón de Bolivia

Directora del IEI escribe columna para Diario La Razón de Bolivia

La profesora Dorotea López Giral afirma que, como una apuesta de futuro, las relaciones económicas entre Bolivia y Chile deben modernizarse.

Durante décadas, el comercio entre Chile y Bolivia ha resistido tensiones diplomáticas y desencuentros históricos, avanzando de manera natural pese a la ausencia de relaciones diplomáticas plenas desde 1978. Sin embargo, el potencial de esta relación sigue desaprovechado. Hoy, en un contexto mundial marcado por guerras, rivalidades comerciales y una América Latina poco coordinada, se vuelve urgente dar un salto cualitativo en la integración económica vecinal.

El Acuerdo de Complementación Económica N.º 22, firmado en 1993, hoy es insuficiente. En tiempos de transición verde y digital, modernizar este marco es una oportunidad estratégica. Chile y Bolivia podrían liderar una nueva etapa de integración regional, sustentada en un comercio inclusivo y sostenible que distribuya los beneficios de manera más equitativa.

El Acuerdo, en su momento, estableció las bases para el comercio de bienes, pero dejó fuera áreas como los servicios, la inversión, el comercio digital, las energías limpias, entre otros. Hoy, más del 80 % de los acuerdos comerciales en el mundo incluyen estos temas mientras el nuestro aún responde a una lógica de los años noventa.

En 2024, Bolivia y Chile firmaron nuevos acuerdos de cooperación económica y comercial, evidenciando voluntad política para avanzar hacia una agenda más integral. Sin perjuicio de lo anterior, los expertos coinciden en que se requieren pasos más ambiciosos. En materias como actualizar códigos arancelarios, mejorar los procedimientos sanitarios y fitosanitarios (MSF) e implementar certificados de origen electrónicos que son medidas básicas para facilitar el comercio y reducir costos.

Las MiPymes y las empresas lideradas por mujeres también necesitan un lugar en la nueva agenda. Las Mipymes representan más del 90 % del empleo formal en Bolivia y el 60 % en Chile, pero enfrentan altos costos logísticos y poca digitalización. Un acuerdo moderno permitiría incluir capítulos de cooperación productiva, género y digitalización, al estilo de los de nueva generación. Permitirá que Bolivia acceda más directamente al mercado chileno o a hubs logísticos del Pacífico, mientras que Chile podría diversificar sus importaciones o inversiones, y ambos coordinar mejoras posición es frente al mundo e integrar cadenas productivas.

La logística portuaria ilustra lo anterior, Bolivia moviliza más del 60% por puertos chilenos, pero los trámites siguen siendo un obstáculo. La interconexión energética y la gobernanza del litio, otros ámbitos de acercamiento. Chile y Bolivia concentran junto a Argentina más del 60 % de las reservas mundiales de este mineral estratégico, la cooperación en industrialización y valor agregado podría situar a ambos países en el centro de la economía verde.

El pragmatismo económico y la integración funcional pueden mejorar el bienestar común. El sector privado y el público están llamados a trabajar juntos. Modernizar el ACE 22 permite institucionalizar nuestra relación comercial y transformarla en una agenda de cooperación estratégica, capaz de generar confianza, inversión y desarrollo compartido. Apostar por la integración vecinal y la convergencia económica es, más que un gesto diplomático, una decisión de soberanía inteligente. Bolivia y Chile pueden demostrar que la cooperación entre vecinos, basada en la complementariedad y el beneficio mutuo, no pertenece al pasado, sino que es una apuesta de futuro para toda la región andina.

Últimas noticias