Dorotea López G. y Felipe Muñoz N.

"Un nuevo traspié en las negociaciones de la Ronda de Doha"

"Un nuevo traspié en las negociaciones de la Ronda de Doha"

El 29 de julio, y tras 9 días de intensas negociaciones, el Director General de la OMC, Pascal Lamy, comunicó el colapso de la Mini-Ministerial que pretendía lograr un acuerdo para la Ronda de Doha.

Dorotea López
Felipe Muñoz

En lo que ya parece haberse transformado en una tradición durante los últimos años, nuevamente nos vemos enfrentados a un traspié en las negociaciones de la Ronda de Doha. Pero a diferencia de los fracasos anteriores, este era el momento en el que más avanzada parecía estar la posibilidad de llegar a un acuerdo que culminara con siete años de negociaciones.

Debemos recordar que las negociaciones en la OMC están basadas en el principio del todo único, que implica la necesidad de llegar a un acuerdo en todos los aspectos que se están negociando, y el consenso de los miembros. De ahí que la falta de acuerdo entre Estados Unidos, China e India respecto del Mecanismo Especial de Salvaguarda en agricultura colapsara la totalidad de la agenda. Este Mecanismo permitiría a los países en desarrollo elevar temporalmente los aranceles a fin de hacer frente a incrementos súbitos de las importaciones y caídas de los precios. La piedra de tope fue la determinación del nivel de activación de la salvaguarda, por lo que pese a existir acuerdo en 18 de las 20 materias tratadas, no existió consenso.

Cabe preguntarse si este traspié es una estrategia más de negociación o es un fracaso definitivo de la Ronda. En este último escenario podríamos hablar de una erosión al sistema. Entre los pocos consensos que podemos encontrar en economía, uno es el hecho de que en materia de liberalización comercial el multilateralismo representa la mejor opción, en particular para los países en vías de desarrollo y con menor poder de influir los mercados internacionales. En este sentido, ante el fracaso de las negociaciones, el sistema multilateral de comercio se enfrenta a los peligros de la pérdida de credibilidad, el resurgimiento proteccionista, la revisión discrecional del SGP, la imposibilidad de resolver el caso del banano, el dumping, los subsidios a la pesca, la debilitación del órgano de solución de diferencias y la proliferación de acuerdos comerciales en desmedro de la OMC, entre otros.

Sin embargo, la relevancia de la OMC, no solamente en materia comercial, hace pensar que los grandes jugadores no dejaran que esta organización pase al peor de los mundos en el caso de un organismo internacional que es la irrelevancia. Claramente el reto a resolver no reside en factores netamente económicos. Todo parece indicar que el resurgimiento de los nacionalismos ha llegado también a los resultados de Doha. El problema en la OMC no es comercial, sino político para alcanzar un acuerdo, como señaló el Presidente Lula de Brasil la Ronda de Doha "ya no necesita a técnicos, sino a presidentes y ministros que puedan sostener sus posiciones y decidir".

Al revisar la historia de las Rondas, la evidencia no arroja acuerdos inmediatos y exentos de dificultades. Si bien la Ronda Uruguay tuvo una serie de traspiés sistemáticos similares a los de Doha, hoy el equilibrio de fuerzas esta distribuido de distinta manera, actualmente los países desarrollados se enfrentan con los intereses de las economías emergentes, y se presentan una serie de alianzas en lo que se ha denominado la geometría variable.

Lamy no debe tirar la toalla frente a los resultados de julio. Por un lado, los miembros,  a pesar de reconocer el fracaso, han reiterado en sus discursos la importancia de la OMC, y la necesidad de tener un camino despejado para las negociaciones. Por otro, el cambio de presidente el próximo año en Estados Unidos y de administración en la Comisión de la Unión Europea podrían generar un cambio en las prioridades. Asimismo, aún hay que esperar las definiciones de China, India y Brasil frente a esta nueva realidad.

La enésima vez que la Ronda de Doha fracasa "irrevocablemente", nos plantea por un lado, la necesidad de reconocer, tal vez, el fin de la posibilidad de alcanzar un acuerdo comercial multilateral. Por el otro,  nos permite identificar los nuevos lineamientos políticos que impactan el libre comercio en la reformulación de los modelos predominantes.

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