El Rector de la Universidad de Talca, Alvaro Rojas Marín; el académico del IEI, Alberto van Klaveren, y la integrante del FPPE, Daniela Sepúlveda, se dieron cita ayer para reflexionar sobre “Relaciones Internacionales, Academia y Política”.
Lo anterior se dio en el marco del tercer seminario del segundo ciclo “RR.II.: Academia y Política Pública Internacional”, organizado por la Universidad Arturo Prat, el Consorcio de Universidades del Estado de Chile, el Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile, el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago y el Foro Permanente de Política Exterior.
En la oportunidad, el diálogo se centró en cómo la relación entre política pública y academia debe desarrollarse bajo una óptica virtuosa y de apoyo mutuo. Sobre el particular, el académico del IEI, prof. Alberto van Klaveren, se refirió a tres puntos específicos: el aporte de la academia a la política exterior; las prioridades que existen en la academia y cómo se conjugan estas con las prioridades de política exterior, y el aporte de la academia a las políticas públicas internacionales, principalmente en materia de negociaciones internacionales.
A juicio del ex subsecretario de Relaciones Exteriores,”el aporte de la academia a la política exterior es esencial. No por casualidad las principales potencias mundiales cuentan con universidades de excelencia, centros de estudios y think tanks muy relevantes. En este contexto, en estos países se han desarrollados muchos estudios altamente especializados en distintas áreas y bajo una mirada multidisciplinaria, aspecto clave desde el punto de vista de las relaciones internacionales”.
El prof. Van Klaveren también destacó la tradición que en esta materia tiene América Latina, con especial hincapié en el ámbito del derecho internacional. “Un aporte que se expresó en el siglo 19 con, por ejemplo, las ideas de Andrés Bello, la Doctrina Drago y en el papel que tuvo el diplomático brasilero Ruy Barbosa de Oliveira. Ellos y muchos otros configuraron un legado importante de preservar”, recordó.
Y agregó que en el campo de las relaciones internacionales nuestra región también ha realizado aportes significativos. En este sentido, resaltó el importante papel jugado por Chile en el desarrollo de dicho campo, en el cual el Instituto de Estudios Internacionales desempeñó ha desempeñado un rol fundamental, como también lo ha hecho el Colegio de México, el Instituto de Ciencia Política de la PUC de Chile y, por supuesto, el programa para el estudio de las relaciones internacionales de América Latina, RIAL.
Por su parte, Daniela Sepúlveda tuvo una visión más crítica al reflexionar sobre la distancia que -a su juicio- existe entre pensar y ejecutar las relaciones internacionales. “Existe el convencimiento que la academia y la práctica de política exterior se alimentan mutuamente. Desde mi punto de vista, creo que esto no siempre se da de esta forma”, explicó.
Hoy en día, podemos sostener que tenemos un cuerpo de investigadores sobre política pública internacional y política exterior bastante grande. “Ello se explica por la consolidación de la Ciencia Política como disciplina de las relaciones internacionales; por el aumento de expertos, investigadores y estudiantes; por el aumento de instancias de financiamiento para apoyar estudios de Magíster y Doctorado; por el incremento en las redes de cooperación entre universidades, y por el progreso de un entendimiento interdisciplinario para el estudio de la política exterior”, afirmó Sepúlveda.
Finalmente, el Rector Rojas se refirió a la existencia de una diplomacia científico-tecnológica que excede el eje central de la diplomacia de los países. Esta ha significado que muchas naciones, incluido Chile, hayan iniciado la incorporación de Agregados Científicos”, explicó.
Respondiendo a lo planteado por Daniela Sepúlveda, el Rector Rojas aclaró que “la academia persigue incentivos y responde a ellos con proyectos de investigación. No existe ni ha existido una política que desde, por ejemplo, la Cancillería apunte a generar incentivos para que se persigan ciertos temas de interés nacional que la academia podría resolver. En cambio, lo que ocurre habitualmente es que los académicos que tienen la oportunidad de hacer en el extranjero estudios colindantes a la diplomacia, traen temas internacionales y los cultivan en Chile sin una verdadera conexión con la realidad”.