El pasado 28 de junio se cumplieron 13 años desde que el entonces Presidente de Honduras, Manuel Zelaya, fuera sacado de su residencia, en horas de la madrugada, y posteriormente expulsado a Costa Rica, materializándose así un nuevo Golpe de Estado en la nación centroamericana, acción esta vez liderada por el presidente del Congreso, Roberto Micheletti, apoyado por las fuerzas militares de ese país.
Por aquel entonces, el actual senador José Miguel Insulza se desempeñaba como Secretario General de la Organización de Estados Americanos, una de las primeras instituciones en condenar el golpe y en suspender de manera inmediata a Honduras de la OEA.
Sin lugar a dudas, el parlamentario chileno es hoy una de las voces más autorizadas para relatar el clima que, por esos días, no solo se vivió en Tegucigalpa, sino que en toda la convulsionada región. Esta fue una de las innumerables razones por la que el senador fue invitado a la sesión de clausura del curso "Crisis y gobernabilidad en Centroamérica: erosión del campo político", que se impartió entre el 18 y el 22 de julio, como parte de la Escuela de Invierno 2022 del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile.
En la oportunidad, el ex Secretario General de la OEA expuso sobre la coyuntura internacional que rodeó aquella crisis; el papel de América Latina y, particularmente, de la región centroamericana. Asimismo, caracterizó el actual gobierno de la Presidenta Xiomara Castro y sus perspectivas.
Así recordó que desde su cargo en el Congreso, “Micheletti manipuló la situación para concretar el golpe de Estado. No solo eso, luego se inventó la existencia de una carta a través de la cual el Presidente Zelaya renunciaba, cosa que no fue cierta. Muy por el contrario, fue el Parlamento el que lo destituyó”.
Y como solo faltaban seis meses para unas nuevas elecciones presidenciales, el Congreso designó a su titular para que asumiera el cargo de manera provisoria hastas los comicios, donde resultó electo Porfirio Lobo, del Partido Nacional de Honduras.
“El país ya venía cayendo en una pendiente casi sin fin y Lobo no contribuyó a mejorar el escenario. Por el contrario, ejerció un gobierno autocrático y corrupto, donde la violencia creció de manera desatada. De hecho, Honduras se convirtió en uno de los países con más homicidios en el mundo, y la pobreza y desempleo llegaron a cifras inimaginables. A Lobo le sucedió Juan Orlando Hernández (también militante del Partido Nacional), quien asumió la Presidencia en enero de 2014 y que no hizo más que profundizar la crisis, lo que quedó de manifiesto con dos situaciones gravísimas: una ola migratoria principalmente de niños (la mayor tragedia humana vista en la región) y el conocimiento de que el paso de cocaína por Honduras era liderado por su hermano, Juan Antonio”, explicó.
Respecto del futuro de Honduras, José Miguel Insulza reconoce que es bastante incierto, pues el país continúa registrando una de las tasas de criminalidad más grandes del mundo; una desocupación que -según cifras oficiales- llega al 70%, y una deuda externa que consume todo su PIB.
“Pese a ello, aún conserva apoyos importantes, como el de Estados Unidos. Aunque es importante destacar que la asunción de Xiomara Castro devolvió un poco la ilusión del pueblo hondureño, la esposa del derrocado Presidente Zelaya tiene un duro camino por recorrer, sobre todo porque su triunfo se debió más bien a un factor de populismo, pues carece de un programa de gobierno claro y ya se está instalando la sensación de que Zelaya sigue gobernando en la sombra, y eso, claramente, no era lo que la gente esperaba”, concluyó Insulza.