Peter Lewis

Guía para interpretar símbolos en la última Cumbre de las Américas

Guía para interpretar símbolos en la última Cumbre de las Américas
Peter Lewis

Las Cumbres suelen ser poco más que símbolos.

La Cumbre de las Américas, celebrada el pasado fin de semana entre los jefes de estado del hemisferio, generó importantes noticias en Estados Unidos y América Latina por su exitoso intercambio de símbolos. Astutamente, el presidente Obama envió señales amistosas a Cuba algunos días antes de la Cumbre, suavizando, cosméticamente, algunas de las restricciones del embargo que ya cumple 47 años. Con ello, consiguió generar un grato ambiente con  sus contrapartes latinoamericanas, incluso antes de conocerlas. Sumado a ésto, su aparente disculpa por las acciones de Estados Unidos en el pasado, y el "momento kodak" protagonizado por su apretón de manos con Chávez, le dieron, en un día, un margen de maniobra en la región que Bush fue incapaz de conseguir en dos mandatos.

Leer la declaración de compromiso final, firmada por la mayoría de los participantes, no es necesariamente un buen parámetro para juzgar el éxito de Obama o el resultado de la cumbre. A pesar de ello, algo de material puede rescatarse de la reunión del fin de semana. En una región donde la política es mucho más que poder militar, esta reunión hemisférica merece nuestra atención.

Obama se enfrentó a la Cumbre con tres claros propósitos en mente. Economía, Medio Ambiente y Energía.

En relación al primer punto, anunció la iniciativa de crear un Fondo de Crecimiento para Microfinanzas del Hemisferio Occidental. Un proyecto cuyo propósito es proveer fuentes estables de financiamiento para micro-financiar vehículos de inversión, que sería un importante salvavidas para pequeñas y medianas empresas, fundamentales para la economía latinoamericana.

En cuanto al Medio Ambiente y la Energía, el presidente norteamericano propuso una Alianza Hemisférica que se destaca por priorizar eficiencia, infraestructura e inversión.

El propio presidente resumió su visión de ésta nueva era de asociación en una sola frase: "Ahora debemos actuar juntos para encontrar nuevas maneras de producir y utilizar la energía de manera que podamos crear empleo y proteger nuestro planeta. "

Evidentemente, palabras no son acciones, pero dado que se espera que el PIB de América Latina se contraiga un 1,5% en 2009 y que lo peor de la crisis puede no haber llegado aún, cualquier encuentro simbólico y optimista es bienvenido en el hemisferio. Después de todo, el éxito de la región depende directamente del éxito de Estados Unidos.

Aun cuando la cumbre, en general, fue exitosa, algunos ganadores individuales merecen reconocimiento especial: Venezuela y Cuba, el gran ausente, por su habilidad para capitalizar, en política interna, las señales de acercamiento que venía manifestando la Casa Blanca; Colombia, por la capacidad de Uribe de reposicionar el tema del TLC y asegurar visitas presidenciales recíprocas con su par estadounidense; y México, por el exitoso lobby que Calderón desarrolla que le permitió presentar que el problema la seguridad pública, más como una responsabilidad compartida, que cómo un problema exclusivamente interno.

Probablemente, Estados Unidos puede ser considerado como el principal ganador, dado que pudo sobrepasar los problemas evidentes de ingresar en un grupo ideológicamente dividido y afectado económicamente. Se manejó bien y fue capaz de promover el interés nacional de Estados Unidos de manera concisa. Bajo las nuevas condiciones económicas Estados Unidos y América Latina parecen estar entendiéndose. El unilateralismo se muestra obsoleto en esta nueva administración y ser manifiestamente anti-estadounidense no pareciera no congregar tantos adeptos como antes en la región con Obama en el poder.

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