En el marco del primer Día Internacional del Patrimonio Cultural Inmaterial celebrado el pasado 17 de octubre por la UNESCO, se presentó la oportunidad de conmemorar las prácticas y expresiones culturales, las cuales brindan el reconocimiento a la autenticidad a los pueblos. Ante la creciente globalización, estas manifestaciones representativas de las naciones corren el riesgo de desaparecer, por lo que ofrecen interés por ser preservadas con el fin de mantener la continuidad de sus herencias. Si bien, lleva tiempo el tomar conciencia en pro de la promoción y el resguardo del patrimonial material, lo que se logra en parte por la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural de 1972, no es hasta 2003 que los elementos de carácter intangible han podido ser registrados bajo un sistema de cuidados similar, tal y como hasta la fecha han sido monumentos, sitios de interés arqueológico e incluso reservas naturales.
La Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial constituye un instrumento jurídico entre las Partes, que responde a la necesidad de protección de ritos, costumbres, tradiciones, artes, comidas, creencias, acontecimientos y toda representación cultural de las comunidades que requieran resguardo y promoción. Estas representaciones pasan a conformar la esencia vital de las sociedades y aportan a la construcción de la imagen de un territorio. Este tipo de patrimonio, también llamado “patrimonio vivo”, otorga características propias a ciudades, regiones y naciones completas, aportando a la forma cómo se muestran ante el resto.
El soft power se identifica como la capacidad que tiene un Estado de influir en otros a través de medios no coercitivos; la cultura, los valores y las instituciones, que reflejan a aquélla en calidad de legítima autoridad moral. Se presenta efectivamente a modo de mecanismo que permite generar atracción e influencia, ejerciendo poder por sobre otros para lograr los objetivos a beneficio de quienes lo ejecutan, y que puede ser adaptado a los intereses de una región ya que consigue ser incorporado a un determinado contexto, debido a que posee una naturaleza cambiante. El componente cultural del soft power le ha permitido su internacionalización, considerando, además, que logra ser aplicado acorde a las propias identidades e intereses de un determinado territorio. Si bien, originalmente se pensó que el soft power sólo respondía al uso exclusivo del término por la agenda política de Estados Unidos, esta internacionalización ha permitido que sea ejercido por diversos países, viéndose utilizados los elementos propios que lo conforman.
La respetabilidad de las instituciones, los valores de las políticas, y la formación distintiva de una nación, son factores que generan que un Estado sea atractivo e influyente. Se le permite así, emplear un poder cultural, que, en las Relaciones Internacionales, se acepta como método habilitante debido a que entrega un espacio para exponer los aspectos propios de un país. La cultura pasa a ser el elemento en el soft power, que define los rasgos identitarios de una región, y, de tal forma, el concepto de patrimonio comprende la herencia del legado cultural de una civilización.
Los debates académicos contemporáneos han permitido considerar a la cultura, con su carácter intangible y su capacidad de adecuación al tiempo y el espacio, como un patrimonio registrable. Teniendo en cuenta las nociones de cultura, patrimonio y patrimonio cultural definidas por la UNESCO, el concepto de Patrimonio Cultural Inmaterial puede ser abordado. Este, tal cual es aceptado en la literatura actual, y al igual que el patrimonio material, debe ser promocionado, respetado y protegido para evitar su desaparición. Se puede, por tanto, inferir que, mediante una mayor exposición patrimonial inmaterial, un Estado da cuenta de un mayor soft power cultural.
Dado este contexto, el Patrimonio Cultural Inmaterial permite, además, fortalecer las muestras culturales de las sociedades. Para la preservación patrimonial mundial, los sistemas de protección y salvaguardia patrimonial de la UNESCO han permitido desarrollar un marco normativo global para el rescate del patrimonio cultural, ya sea material e inmaterial. Sobre la base de las convenciones antes citadas, se establecen instrumentos jurídicos universales que se incorporan al marco normativo interno de los Estados que se han comprometido a cumplirlos y ejecutarlos, con efecto en su derecho interno. Ellos han expresado su consentimiento mediante la ratificación de los acuerdos, obligándose a cumplir con los lineamientos, debido a que existe un interés propio por la promoción de sus elementos auténticos. Y de la misma forma, estas políticas públicas generan un aumento en la inscripción de candidaturas registradas por cada país.
La Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad es el programa que alberga las inscripciones registradas por los miembros, con el objetivo de garantizar una mejor visión global del patrimonio. Se convierte así, en una plataforma que permite a los Estados ocupar una posición de prestigio, ya sea de manera cuantitativa como cualitativa, si ellos logran inscribir gran parte de sus elementos. Este sistema facilita una participación transversal de los participantes, ya que todos se encuentran en la misma posición de dar a conocer sus prácticas y expresiones culturales más representativas. El hecho de registrar patrimonios permite a los países visualizarse, con el fin de generar atracción e influencia en otros. Por lo tanto, con mayor cantidad de inscripciones es posible aumentar el poder de irradiación cultural de un Estado, y con mayor poder cultural es más potente si el recurso de soft power es más potente
Atraer el interés y la admiración internacional puede ser la experiencia de los países de América Latina y el Caribe, que ofrecen una rica fuente cultural de identidad y autenticidad. La música, la danza, las artesanías tradicionales, las fiestas populares y las prácticas culinarias sirven como promotores de la imagen de estos Estados. Además, actúan como un motor económico a través del turismo cultural y la industria creativa. La promoción y preservación de estas prácticas y expresiones culturales pueden contribuir al desarrollo de las comunidades locales, mientras se protege y valora su herencia cultural, considerando el consentimiento de aquellas como requisito para su inscripción.
Para la región, esta forma de patrimonio es diversa, y el registro de más casos le permitiría una ventaja comparativa respecto de otras regiones, contribuyendo al soft power de cada una de las naciones que la conforman, debido además a que es altamente abundante en ritos, tradiciones, manifestaciones culturales, diversas y auténticas. Así, los gobiernos deberían promover sus políticas públicas domésticas para que se fomenten más candidaturas que aumenten los registros.
De tal forma, los Estados latinoamericanos y caribeños lograrán más inscripciones que darán como resultado el aumento de su prestigio y una mayor visibilidad internacional, junto a la de dichos Estados. El Patrimonio Cultural Inmaterial de América Latina y el Caribe representa un valioso recurso para desarrollar su soft power, promoviendo una imagen positiva, generando atracción y contribuyendo al desarrollo económico y social. Su preservación y promoción deben ser consideradas como una prioridad en las políticas internas de los Estados para aprovechar todo su potencial en la proyección global de la región.
Puede destacarse como un factor que se exprese en un bloque regional que tenga la capacidad de ejercer influencia en otras regiones, basándose en su mayor recurso exportable: la cultura. México, Colombia y Perú son países que han establecido una estrategia de promoción cultural en sus políticas públicas, que han resultado en el aumento del número de inscripciones, y que han generado beneficios que aumentan su poder cultural.
Chile, así como otros países medianos y pequeños de la región, cuentan con el potencial y los recursos culturales, y debe potenciar sus sistemas de registro para inscribir más candidaturas patrimoniales cada año. Instancias multilaterales, de carácter regional, exclusivamente dedicadas a la protección y salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, como es la iniciativa del CRESPIAL (Centro Regional para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de América Latina), establecido por el Gobierno del Perú y la UNESCO en 2006 con sede en Cusco, son una muestra de permitirían un mecanismo específico que traccione la integración regional. Mediante el entrelazamiento de los intereses, la cooperación cultural e instancias para aplicar directamente el poder cultural de los Estados de América Latina y el Caribe, se pueden potenciar.
Se sostiene finalmente, que por medio de la creación de políticas públicas tendientes al aumento del registro y a la promoción internacional del Patrimonio Cultural Inmaterial, gozando de la legitimidad y del respaldo internacional a través del marco de arbitraje de la UNESCO, con un aporte de a los Estados, incluyendo de América Latina y el Caribe, se generan nuevos recursos de soft power que se registran como dicho Patrimonio.