"Por qué no te callas" fue la frase con que el Rey Juan Carlos I de España interpeló al entonces Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, en el marco de la XVII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado, celebrada en Chile a fines de 2007. Una escena que dio la vuelta al mundo y que, sin lugar a dudas, generó un incidente diplomático que no solo tuvo un impacto mediático instantáneo, sino que también tensionó la relación entre los países involucrados durante varios meses, pero que se zanjó con la visita que el mandatario venezolano realizó a España en 2008, ocasión en que ambos personeros se reencontraron e incluso bromearon con lo sucedido.
Si bien es cierto, los incidentes diplomáticos son situaciones que los países debieran tratar de evitar a toda costa, también pueden analizarse desde una óptica constructiva, en el entendido que estos actúan como mecanismos de ajuste y adaptación constante a los imperativos funcionales de las relaciones entre los estados.
Así, por lo menos, lo entiende el profesor de Relaciones Internacionales y Director del Master en Cooperación Internacional Descentralizada de la Universidad del País Vasco, Doctor Noé Cornago, quien -de visita en nuestro país- se reunió con académicos y alumnos del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile.
En la oportunidad, el Doctor Cornago explicó que "los incidentes diplomáticos nos recuerdan que ellos descansan en una ficción última de la soberanía de los estados. Por lo tanto, inevitablemente afectarán a la agenda política bilateral de las naciones involucradas".
-Pero ese es solo el efecto inmediato...
-Claro que sí. Por ello quiero analizar el incidente diplomático desde una perspectiva más profunda, en que -por un lado- actúa como mecanismo de ajuste y reajuste del sistema diplomático al contexto cambiante internacional, y por el otro, viene a recordarnos que las relaciones diplomáticas son instancias sociales, por lo que se deben a la sociedad en su conjunto, quien ha delegado en las autoridades su representatividad.
-Usted se encuentra en nuestro país participando en un proyecto de investigación sobre la triple frontera norte (Chile, Perú y Bolivia). ¿Cómo evalúa, desde el punto de vista del manejo diplomático, el accionar de Chile post demandas ante la Corte Internacional de Justicia?
-Pienso que la diplomacia chilena es un referente no solo a nivel latinoamericano, sino que mundial. Y es que, en el pasado, ha jugado un papel trascendental en la configuración del Estado de Chile, para luego transformarse en uno de los motores del excelente posicionamiento que ostenta el país en la arena internacional.
Respecto de las demandas jurídicas ante La Haya, es imperativo recordar que la mayoría de las veces no resulta factible solucionar temas de índole bilateral si no es a través de estas instancias. Sin perjuicio de lo anterior, el diálogo y la política de acuerdos también son clave en la solución del conflicto, se haya éste judicializado o no.
No creo que solo de la mano de una sentencia se puedan solucionar las diferencias, pues Chile -para bien o para mal- está condenado a entenderse con sus vecinos, por lo que requiere mantener un aparataje diplomático siempre dispuesto a realizar las acciones que estime convenientes para salvaguardar las relaciones con Perú y Bolivia. Pienso que ese trabajo se está haciendo y bien.
